Solo por apoyar a unos amigos que estaban en la contienda, por primera me dirigí a votar en las elecciones del Colegio Nacional de Abogados, en las que los abogados y abogadas agremiados en dicho cuerpo eligen a su nueva junta directiva.
Después de hacer paciente fila como todos los demás, los que entregaban las papeletas me salieron con que no podía votar. Me indigné y les dije que iría a instancias más altas. Enseguida varios profesionales del gremio se fueron aglomerando y se formó la algarabía:
-- ¡Oye, dejen a la colega votar! -gritaba uno.
-- ¡Eso es una injusticia! -exclamaba otro.
Pero la batalla fue inútil, no me dejaron pasar, así que decidí retirarme. Ya saliendo me abordaron los periodistas:
-- ¿Qué piensa hacer?
Como estaba muy conmocionada, les dije que aún no lo sabía.
-- ¿Pero qué razón de peso le han dado? interpeló otro.
-- Ninguna, joven. Simplemente se han empeñado en no dejarme votar porque no soy abogada.