5/29/2013

El bolígrafo

Un verano antes de entrar al colegio, mi madre le regaló un bolígrafo a mi hermano. Como yo estaba en el cuadro de honor y él no y además me gustaba mucho escribir, aquel gesto me hirió demasiado, porque encima, mi madre que era una mujer fervorosa, hizo de la entrega toda una ceremonia. Y tragué. Hace algunos años, recién nos conocimos, mi progenitor me regaló un bolígrafo. Nunca me habían regalado un bolígrafo. ¡Y era rojo! Mi progenitor, que ignoraba aquella otra historia nunca se habrá imaginado como su regalo llegó para borrarme una vieja herida. El bolígrafo es un regalo de respeto. Me tomó tiempo entender que, al fin y al cabo, mi madre no lo había obsequiado a su hijo favorito, sino al único hombre de su vida.