7/25/2014

El Cangrejo

Cada vez que paso por esa calle de El Cangrejo, saco la mano por la ventana del coche y le insulto con el puño cerrado a aquel balcón lleno de plantas. Ahí viví hace 6 años y lo dejé, incluidas mis palmeras, pero aun así, yo le quería. Sé que no es cosa de gente juiciosa pero en ciertos casos cuando el sujeto no puede dominar al objeto de su afecto, entonces lo ama y lo odia a la vez. Y si no fuera porque me llevarían presa, hasta le lanzaba una pedrada.